- Jack Lemmon y Lee Remick hicieron una película que me impactó incluso antes de verla. La clasificación moral de mi infancia me impedía entrar al cine. La ví en la tele y la he visitado muchas veces en mi cabeza desde entonces, sobre todo últimamente. Lee se me aparece de noche en blanco y negro y desnuda se me echa encima con su aliento de alcohol y su olor a tabaco y sudor tabernario…
- Eso no está en “Días de vino y rosas”
- Pero está en mi vida. Cada vez que salimos o que ella sale, Lee no me deja dormir y cada vez la película se deteriora más, la escena es más violenta, sus palabras son más hirientes, el guionista se parece más a Azcona que a JP Miller.
- Menos mal que Ud. se ríe de sí mismo.
- - No me río. Me distancio. Es como si no me pasara a mí. No encuentro salida a este argumento y reescribo el guión continuamente pero me faltan ganas para acabar con toda esta mierda y sigo viendo pasar las mismas escenas en sesión continua, como en aquel proyector de juguete que me regalaron los Reyes, las películas eran un bucle y Hopalong Cassidy disparaba infinitamente al mismo cuatrero hasta que me cansaba de dar vueltas a la manivela. Ahora la película es más larga, como un aburrido eternometraje de un director griego insoportable.
- ¿Nikos Foskolos?
- No, Theo Angelopoulos. Ese sí que es insufrible.
- Yo entré por error en una retrospectiva suya en el Cine Principal y me fui al cabo de una hora de la proyección. Y decían que era su obra maestra.
- El viaje de los comediantes. Un petardo, un verdadero petardo. Yo hago como sus personajes, después de la escena me vuelvo a mí mismo, me cuento lo que ha pasado y no me lo creo.
- Menos mal que Angelopoulos no rodó “Dias de vino y rosas”.
- Ya la estoy rodando yo pero el productor no ha comprado película.
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