Los Leicester Tigers pasean el maillot del Hernani por los campos del rugby internacional mientras que en Landare se pueden ahogar los búfalos de agua. Y los tricolores ingleses se han clasificado para los cuartos de final de la Heineken Cup donde se encontrarán con Bath, después de una dura primera fase en el grupo más igualado gracias a los tres puntos bonus obtenidos. Este modo de obtener su pase les da un cierto favoritismo hacia el título de este año en mi opinión.
No están tristes estos tigres precisamente por tanto sino los que se batieron como tales el domingo pasado en Anoeta en el más igualado de los duelos entre Bera Bera y Ordizia y más que por el resultado por los –calificables de mil maneras que no incalificables-, incidentes que con la ocasión se dieron. Parece que hay que recordar que no gana quien más tarjetas amarillas o rojas logra sacar del árbitro u obtiene las sanciones más fuertes del Comité de Disciplina sino que a la larga –la memoria colectiva del arbitraje es elefantina-, siempre se perjudica al equipo.
Los valores del rugby se disolvieron en la lluvia con demasiada facilidad, algunos jugadores tuvieron dificultades para recuperar los fundamentos de este deporte, quizá porque no hubo muchos espectadores de rugby en la numerosa asistencia y el rugby o lo hacemos entre todos o no es rugby. Pero queda aún mucho tiempo para el próximo capítulo así que todos podemos trabajar con el objetivo común de que estos partidos sean una celebración.
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