jueves, 29 de julio de 2010

EL ICEBERG

Una gran parte del deporte profesional permanece oculto bajo la superficie en la que asoma el fulgor del encuentro entre los rivales. Esto ocurre en deportes tan mediáticos incluso como el fútbol –al que de vez en cuando me acerco por motivos profesionales-, y ocurre en nuestro raquítico rugby profesional.

El histórico Canoe madrileño ha vendido su plaza en División de Honor A al Bera Bera y este ha cogido así el ascensor de vuelta entre temporadas. La operación mercantil, al margen del libre mercado, que ha conducido a este resultado contradice lo sucedido en el campo por de pronto y tiene sus detractores y sus defensores lógicamente con buenas razones.

Personalmente no la puedo criticar, aunque me deje cierto mal sabor de boca, porque no hubiera hecho otra cosa probablemente en caso de ser directivo del equipo donostiarra.

Así que el año que viene volvemos a tener tres equipos, más o menos vascos, ubicados de Euskadi en la máxima categoría y uno de ellos, Gernika, con posibilidades de disputar el trofeo a El Salvador de Valladolid, claro favorito. Y esto también es una punta iceberg que apenas esconde bajo la superficie el estado del rugby vasco, de todo el rugby vasco de este lado, profesional y no.

En Cataluña se ha lanzado la plataforma SOS Rugby Catalá para reivindicar la promoción de este deporte cuya práctica atraviesa una fase de atonía. En Euskadi no se ha lanzado nada similar quizá porque los fichajes en el exterior de esos tres equipos, los sones de Paquito El Chocolatero en Anoeta, el buen papel de las selecciones vascas y los esfuerzos sobrehumanos de unos clubes modestos pero orgullosos sostienen una apariencia de iceberg, puro hielo que se puede fundir a la mínima subida de temperatura.

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