¿Qué otro deporte permite encontrar su sitio a las altas delgadas, a las gorditas, a las de la media, a las inmensas duras y a las peso pluma? El judo, claro. Pero en el rugby juegan todas juntas al menos. Y además después se juega el tercer tiempo y se hacen amistades.
Esta razón es la primera que el mensual del Midi Olympique de marzo nos da entre las diez razones por las que el rugby gusta a las chicas pero es una razón común también a los chicos, como otras veces he dicho. Quizá las chicas no atléticas tiene más dificultades para incorporarse a otros deportes en edad escolar y el rugby es, sin embargo, un deporte más abierto porque precisamente hay sitio para todos en esas edades en que la disparidad de cuerpos es muy manifiesta y causa problemas de integración social.
El fin de semana pasada el Hernani recibió a las chicas de la Peña La Única de Iruña en un encuentro muy entretenido en el que se impusieron las visitantes en el marcador, donde ambos conjuntos –con algunas jugadoras más rodadas en el navarro-, exhibieron los valores del deporte durante todo el tiempo, sobre todo la solidaridad y la convivencia dentro de cada equipo y con las adversarias. Hay que destacar que algunas jugadoras sorprendían por una capacidad técnica individual prometedora.
Por desgracia a veces hemos mirado el esfuerzo federativo en el rugby femenino como algo secundario y una herramienta para que el rugby no sea rechazado por madres temerosas en exceso, esa imagen retrógrada queda borrada cada fin de semana por esas damas del balón oval que protagonizan partidos en que el rugby prevalece sobre cualquier otra consideración.
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