Edimburgh se ha impuesto al Stade Toulousain contra los pronósticos. Ha sido un partido
que me ha recordado al jugado entre Biarritz y Clermont la semana pasada. El
equipo ganador ha salido al terreno convencido de la superioridad del visitante
y de que sus posibilidades pasaban por imponer su juego y destruir el del
contrario. Pero mientras que Clermont estuvo a punto de imponerse, el Stade
Toulousain ha fallado completamente en compensar la motivación de los escoceses
que ganando han hecho historia en la Copa Heineken. Sin embargo el juego de unos
y otros era previsible, no así el resultado porque de vez en cuando hay
sorpresas en el rugby. Por cierto el Olympique ha seguido su buena racha y se
ha impuesto a los London Wasps en la Challenge Europea.
Viendo
los partidos de la Super 15 del Hemisferio Sur, la competición paralela a la
Heineken, da la impresión de que el juego desplegado allí es más imprevisible.
Esto es, cuando se producen situaciones no ordenadas por el árbitro, rucks,
agrupamientos espontáneos… los
jugadores son más espontáneos en sus opciones, rompiendo perfectamente el nexo
sagrado entre 9 y 10 en ataque o defendiendo en un orden caótico, valga la
contradicción.
Los
expertos vienen subrayando la superior lectura individual del juego que tienen
por lo general los equipos del Sur y que esto deriva de unos entrenamientos
desde niños de los jugadores dirigidos al rugby total y que eso permite esa
flexibilidad a partir de los mismos fundamentos que pueden tener los jugadores
del Norte. Sin embargo, los trasplantados de aquel hemisferio a éste me parece
que se adaptan enseguida a un cierto juego previsible, por desgracia.
Animando al Stade Toulousain inútilmente |
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