“Todos
somos inmigrantes” no es un slogan es una realidad. Quizá habría que decir que
todos somos migrantes. Sin embargo vivo
en un país, Euskadi, en que se sigue valorando irracionalmente algo tan
incidental como el haber llegado antes a estas tierras. Los ciudadanos vascos
tenemos una tendencia –generalizo peligrosamente-, a creernos un pueblo, el
pueblo vasco, unido a un marco geográfico y que recibimos cordialmente a
quienes vienen para integrarse en nuestro pueblo. Me da que hay mucho de falso
en esta creencia.
El
hombre erecto y sabio es muy probable que nació migrando desde su cuna africana
hasta ir poblando las tierras más o menos habitables. Evolutivamente se
socializó en familias, tribus, pueblos, ciudades, reinos, repúblicas, imperios…
más o menos complicados y aquellas sociedades se hicieron unas sedentarias por
la agricultura y la ganadería de forma mayoritaria y otras sociedades se
hicieron nómadas también por alimentarse, establecieron relaciones unas con
otras por la guerra y el comercio, se impusieron unas a otras, unas obligaron a
otras a migrar y las que migraban oprimidas por sus enemigos se convertían en
sojuzgadoras de otras que ya estaban de antes en su punto de destino, unas
resistieron hasta hoy, otras han ido desapareciendo con sus modos de
civilización, de lengua, de religión de cultura…
También
las familias y los individuos han migrado desde siempre y se han incorporado o
no a otras sociedades que los han recibido. Pienso en mis abuelos, mis
bisabuelos, mis tatarabuelos y los veo con esa mezcla de personas que unas
permanecieron en sus terruños vitaliciamente y otras se desarraigaron hasta
llegar por el azar y la necesidad a mi generación nacida casualmente en Euskadi;
y veo la siguiente generación dispersa
por el mundo, mezclándose con personas de otras civilizaciones y dando origen a
una inmediata descendencia multicolor de ciudadanos del mundo. Es un hecho. Todos
somos tan migrantes como sedentarios.
Esta sociedad
vasca actual, fruto de azares históricos
de los que ha sido poco protagonista y más sujeto pasivo, mantiene lazos con
sus descendientes que la añoran pero pocas veces vuelven a integrarse en ella y
ahora algunos de sus componentes quieren convencer al resto de que hay que
romper lazos con quienes nos rodean, sean nuestros padres históricos, nuestros
hermanos de gloria y sufrimiento o nuestros hijos de sangre y de ley, para
hacer nuevos lazos después de un parto
de lágrimas y sangre.
Vale, a
este hombre migratorio no le dan miedo las independencias sean de naciones, de
territorios, o de barrios incluso… pero no me fío de los independentistas, no
me fío, tienen cierto aire de eslabón perdido, de vuelta a la cueva, a la caverna
que los osos habitaron antes de que quizá los várdulos llegaran por aquí,
várdulos a los que algunos euskaros puede que exterminaran con ayuda de los
romanos que pasaron por aquí antes de formar, a base de pillaje y fornicio una
prenación hispanorromana que ocupó y envolvió más de lo que se cree a los
vascones. Y luego vinieron los godos, creo, que se pasaron por la piedra, es un
decir, a los anteriores hispanorromanos y los hispanogodos resultantes se
debieron llevar bien con los vascongados pero los sarracenos llamaron a la
puerta al cabo de poco y se pasearon hasta nuestra tierras navarras para dar
origen a un reino medio moro medio godo y con gotas vascas que se apuntó a lo
de la reconquista hasta no dejar un hispanoárabe que molestase en las guerras
fratricidas que se hacían vizcaínos y guipuzcoanos entre sí y entre navarros.
Con lo cual los ancestros vascos pudieron irse a por botín y gloria en la
carrera del Descubrimiento y a matar indios como moscas, sin ningún respeto a
sus lenguas minoritarias ni demás zarandajas que no eran las nuestras y además
les llevaron a un par de millones de negros de África para hacer de aquellas
tierras un crisol de razas y costumbres –que los vascos eran feroces guerreros,
excelentes marineros y comerciantes sin escrúpulos, además de fanáticos
evangelizadores-. Claro que británicos, franceses y otros vecinos europeos
querían sacar tajada y los vascos tuvieron que hacer de corsarios, de
almirantes de la Corona y de tripas corazón para evitar que otros ladrones
robasen el fruto del expolio esforzado sobre los indígenas. Y cuando vinieron
por tierra hicieron todos los alardes de resistencia en la frontera que ya se
sabe. Lo de Napoleón fue antesdeayer y luego se defendieron las cadenas
carlistas del absolutismo en el campo, mientras las capitales se empeñaban en
dar un salto a la modernidad. Así que
matando y muriendo, follando o no, nos encontramos aquí y ahora hispanovascos,
rumanovascos, ecuatorianovascos etc. Junto con algunos vascosvascos pensando en
un futuro civilizado para esto, sea Euskalherria, Euskadi y Nafarroa o las
Vascongadas y el Departamento 64 o lo que toque.
Lo
dicho, el hombre migratorio, solo o en compañía de otros, es una especie –sea vasca
o no-, tan dañina para el planeta tierra que puede sobrevivir cualquier
cataclismo independentista por aquí y por allá, como ha sobrevivido genocidios,
exterminios, ocupaciones e invasiones ¿Dónde vamos a cenar hoy?
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