un equipo como la representación del viejo reino de Munster, una de
las cinco históricas provincias de Irlanda y que el rojo entorno que
forman sus seguidores en las grandes ocasiones es una muestra de total
identificación entre representados y equipo representante.
El rugby profesional no abandona sus raíces y cada club es consciente
de que su “suelo” es lo que le permite existir. Ese entorno que es
siempre fuente de presión ya que está obsesionado por la satisfacción
de sus propias necesidades, que es un caníbal que devora a los suyos a
la vez que quiere su triunfo sobre los equipos que representan las
identidades vecinas. Los valores del espectador éste los ve
compartidos por el jugador que lleva sus colores en el terreno.
Posiblemente los equipos celtas -irlandeses, galeses y escoceses-, no
requieren que sus dirigentes se excedan en mantener ese vínculo pero
no pueden descuidarse. Los equipos que disputan las dos ligas más
fuertes en Inglaterra y Francia tienen que acudir, ya que sus
plantillas suelen tener muchos elementos trasplantados, a subrayar esa
identificación entre equipo y seguidores.
El Olympique de Biarritz añadió estratégicamente “Pays Basque” a su
denominación oficial y utiliza los colores de la ikurriña en su
indumentaria en un reclamo y recordatorio de su entorno social, a la
vez que fomenta las Peñas en las que familias de seguidores pueden
vivir el rugby todo año. El Aviron Bayonnais no ha necesitado de
estrategias de marketing para formar la comunión de sus Peñas,
verdaderas corales que hacen una emocionante banda sonora que levanta
a su equipo y sobrecoge al contrario, con el club pero su mascota
Pottoka pone el toque identitario de una forma humorística y nunca
descuida su identificación con nuestro país.
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