English: Three people hold a banner about the disappearance of ETA militant Jon Anza, before the premises of El Diario Vasco newspaper in San Sebastián. Euskara: Hiru lagun Jon Anzaren desagerpenaren salatzeko pankarta erakusten Donostian. (Photo credit: Wikipedia) |
La matanza de París me ha recordado mucho a José Luis López
de Lacalle, el impenitente hablador, asesinado por los talibanes abertzales por
ejercer su derecho humano a la libertad de expresión y de opinión en un entorno
hostil y cobarde.
Pero también lógicamente me trae el recuerdo de los
trabajadores de EL DIARIO VASCO que han sufrido y siguen sufriendo la tortura permanente de la coacción por
trabajar en un periódico regional que no es nacionalista y que no dice siempre
lo que el pensamiento de los profetas de lo vascamente correcto dogmatiza.
Junto con la imagen de José Luis ejecutado está la de
Santiago, Santiago Oleaga trabajador en las finanzas del periódico y padre de
un entonces alumno de la ESTE, acribillado en el suelo del aparcamiento de un
hospital. No ha pasado el tiempo para esas imágenes terribles, a pesar de que
ahora la contravigilancia se haya relajado en el entorno de los empleados de EL
DIARIO VASCO y no ha pasado el tiempo porque el mundo “etarroide” ha dado a luz
un órgano de censura –en mi opinión amparado y financiado institucionalmente
aunque puedo estar equivocado-. Esta publicación, un blog, está dedicada exclusivamente a hacer presente
en los trabajadores de EL DIARIO VASCO que son el objetivo permanente del control
de los sucesores, por otros medios, de quienes durante tantos años, tantas
jornadas de trabajo, jugaron con sus vidas.
Hemos criticado contenidos de EL DIARIO VASCO o ese
equilibrio que hace de informaciones para
dar plaza medida y equivalente a tendencias contradictorias o la hipocresía de
los anuncios de putas junto con la mojigatería de sus páginas de opinión o su
futbolitis ideológica acrítica con lo txuriurdiñ y muchas cosas más que lo
hacen a veces insoportable, a pesar de que es lo que la mayoría de los
guipuzcoanos se desayunan de una u otra manera –cuota de mercado que provoca la
envidia subyacente también en los textos de tal publicación-. Pero me cabreo
cada vez que llega por Facebook una reproducción de ese pasquín sin firma conocida. Ruego a mis
amigos que no me los reenvíen.
Como el de los txibatos al servicio de ETA en el pasado
(Esperemos que sea solo en el pasado), el
anonimato fatxa de los que están al
frente de ese folleto con pasamontañas define su catadura moral.
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