- Estamos en marzo y hace un día espléndido – comenta el Marqués de Altamira, sentado al otro lado de la mesa de una terraza en un puerto deportivo -, los calamares están bastante bien, el vinillo se deja querer y la temporada ha muerto en Zarautz, Eibar, Bera Bera…
- El horizonte está despejado, creo que se ven las Landas allá lejos – dice el Barón de la Florida, señalando algo que nadie mira por la lontananza -, y no todo el rugby de esos equipos es la liga, ahora es tiempo de rearmarse, de analizar, de prepararse, de corregir y de mejorar, mientras se sigue jugando a lo que ahora toque.
- Es desolador y triste, me estáis deprimiendo – Galtzagorri apenas picotea de la ración que está desapareciendo rápidamente -, no veo cómo se puede conseguir que alguno de los equipos de la segunda división pueda estar en las fase finales el año que viene por estas fechas. No digo que suba, subir sin tener fondos para estar en primera suele ser peor, pero que esté ahí, ilusionando hasta el final.
- La mejor forma de recaudar fondos es obtener resultados – el Marqués de Altamira pide otra ronda con una señal hacia el oscuro interior del bar -, con un par de temporadas de estar “ahí” la gente te apoya, el pueblo se calienta, es más fácil sacar subvenciones, algún patrocinador se asoma… pero necesitas ya el dinero para poder iniciar bien el camino y alcanzar ese objetivo, es un círculo vicioso, como un anillo de sepia pero en más duro y con más aceite de fritanga chorreando.
- Es desolador – repite Galtzagorri pero no se sabe si habla del rugby guipuzcoano o del plato vacío de calamares, en el que solo restos de albardado flotan en un poco de aceite añejo que nadie se atreve a untar con pan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario