- Tienes pies en las
manos -dice el Marqués de Altamira, barriendo los restos de un par
de copas, a Galtzagorri que acerca el recogedor -, no sé cómo haces
para sobrevivir en tu casa.
- Barriendo yo el
primero y corriendo a comprar repuestos antes de que nadie se dé
cuenta – Galtzagorri se ríe francamente y, al pretender meter lo
recogido en el cubo del vidrio, esparce restos de vaso por el suelo
de nuevo -. Es que con las prisas para coger luego el tren no he
visto la columna ni ella a mi.
- O sea que vais a
Madrid a ver a los Leones empacharse de chocolate belga este domingo
– dice Hiruntchiverry, proveyendo de vino alsaciano las copas
repuestas - , no es mal plan, una vuelta por el Madrid del rugby
siempre me rejuvenece, además el terreno del Central, por lo que se
ve, no ha mejorado mucho.
- Está
incomparablemente mejor que hace unos años – Galtzagorri responde,
acercando con cuidado platos de embutidos a la mesa -, pero no es el
estadio que ya requiere el nivel del rugby español si se quiere
seguir jugando partidos internacionales en Madrid casi siempre.
- A mí me parece
que con los agujeros económicos que tenía la Federación, la
economía de subsistencia actual con gastos apenas cubiertos por los
ingresos que son los que son y que el futuro que se promete nunca
llega – el Marqués de Altamira posa con mimo una cazuela de
merluza con almejas y kokotxas y se sienta -, el campo está muy bien
pero estos partidos deberían jugarse también fuera de Madrid y en
estadios de fútbol que es lo que más abunda por el país, que
suelen estar muy bien cuidados y vacíos demasiadas veces.
- Tú da ideas –
corta el Barón de la Florida, sirviéndose de nuevo una ración
generosa de la cazuela -, y acabaremos de nuevo en San Mamés, quizá
por aquello de los “leones”.
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