lunes, 21 de junio de 2021

QUIZÁ PANTXO NACIÓ EN LEGORRETA

Viene de: Capítulo anterior

En los años 40, la carretera general Madrid – Irún era prácticamente la calle Mayor de los pueblos de Gipuzkoa por la que pasaba, a la vez que era una frontera que los separaba en dos, los niños tenían prohibido atravesar la carretera si no eran acompañados de un mayor, a pesar de ello los accidentes eran habituales.

- Kontuz! ¡Cuidado con los camiones de Campsa que no pueden frenar porque explotarían!

Los niños se asombraban ante la advertencia de que aquellos monstruos podían explotar en medio del pueblo y acabar con todo él en un pavoroso incendio, la escuela incluida.

Aquellos pueblos, que se asomaban a un río Oria totalmente polucionado de lejías de la industria del papel, me parecían desde el coche de mi padre o de mi abuelo, cuando los atravesábamos, absolutamente iguales, Lasarte, Andoain, Villabona, Irura, Anoeta, Alegría, Icazteguieta, Legorreta, Itxasondo, Arama, Villafranca… luego les han ido cambiando los nombres, la carretera se alejó del casco al convertirse en autovía, el río perdió la blanca espuma química que perfumaba el ambiente, sólo el tren de cercanías permanece como arteria y vena que une a sus habitantes con Tolosa y Donostia en un transporte común, el trolebús que circulaba por la carretera nacional entre la capital de la provincia y Tolosa también desapareció.


Cuando la familia Garmendia recibió al protagonista de este relato ficticio, sin embargo, el pueblo, próximo a una gran papelera que se había instalado en 1906, mantenía una parte vieja en torno a la iglesia, a partir de la cual las casas iban perdiendo importancia según se iban convirtiendo en caseríos, donde entre 1940 y 1950 quedaban habitantes que se dedicaban mayoritariamente a tareas agrícolas, mientras iban llegando migrantes para los que se construían nuevas viviendas.

El niño nació el 3 de octubre y fue cristianado como Francisco de Borja Ramón Garmendia Larrañaga, tercer hijo de Juan Antonio Garmendia Aguirre, agricultor, y de María Pilar Larrañaga Echeverria, sus labores. Ya que había nacido el día del santo jesuita, su madre empezó a llamarle Borja, lo que resultaba un poco extraño en aquel pueblo, lleno de Ignacios, Josés, Juanes, Franciscos o Ramones, como su abuelo y padrino de bautizo, su padre y sus hermanos le llamaban Francisco, pero una canción que se puso de moda en la radio, dedicada un personaje mexicano, Pancho López, la poca voluntad en los estudios del niño y la mala voluntad de un maestro nacional en la escuela que fue el primero que así le llamó, desde 1956, con 7 años de edad, fue conocido como Pancho o Pantxo, incluso al final de sus días por su propia madre. 

El padre de Pantxo más que agricultor, no explotaba tierra alguna, era tratante, tratante de ganado. La casa en la que la familia vivía en las afueras de pueblo, donde la calle iba subiendo hacia el monte a la vez que se iba convirtiendo en carretera de gravilla, conservaba un pequeño huerto en que trabajaba la madre y todos los miembros echaban una mano y unos establos en los que, a veces, algunas reses y caballos permanecían un tiempo pero la actividad de la que se generaba el sustento familiar, bastante azarosamente, era de la compraventa de ganado, lo que el padre de familia había nacido haciendo, porque a su vez, su padre también era tratante. 

Ramón, el abuelo de Pantxo, había salido física y síquicamente perjudicado de la etapa bélica que los monárquicos, los fascistas y los demonios eternos de España habían desencadenado y Juan Antonio, un niño cuando se produjo el golpe de estado militar, tuvo que asumir la responsabilidad de ganar algo con lo que todos pudieran subsistir en la posguerra, lo que no le impidió ser un joven normal y dejar embarazada a una vecina, María Pilar Larrañaga, con la que, según costumbre inmemorial, se casó rápidamente y a la que, cumpliendo el débito conyugal con la periodicidad que las circunstancias lo permitían le fue haciendo hijos hasta cuatro.

 El mayor de los Garmendia Larrañaga tampoco era un buen estudiante pero la presión de su madre y los tortazos del padre le llevaron a acabar el bachiller e iniciar incluso estudios de lo que se llamaba peritaje industrial, los que abandonó para dedicarse a tratante de maquinaria industrial usada en un salto adelante de la tradición familiar, sin olvidarse de dejar embarazada a una vecina del pueblo, actualmente su esposa y madre de sus tres hijos y abuela de sus dos nietas.

El segundo de los hermanos, su madre decidió que sería cura, se le daba bien lo de leer y escribir, así que conoció las delicias del seminario diocesano en los años 50 y 60, pero cuando se disponía a cantar su primera misa se le salió su miembro viril por la botonera de la sotana y detrás del enhiesto miembro salió todo él y, siguiendo en esto la tradición familiar, se casó con una embarazada maestra de ikastola, dedicándose él también a enseñar y a escribir, en un delicado euskera, textos que nadie lee pero que se publican subvencionados por quien puede subvencionarlos.


(Continuará)

   

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