La gallina cantó después de asada, dice la leyenda, pero en Santo Domingo de la Calzada hay para elegir y dónde, así que los Galtzagorri, que han dejado el apartamento de Gros a hijos y nietos unos días, pueden combinar el esfuerzo montañero por la sierra, despejada de nieve, con una alimentación equilibrada pero energética.
- De todas maneras vamos a ver la etapa, al menos el final, en algún bar – dice Jon a su mujer, Coro, tomando el excelente café que ha rematado el copioso menú del afamado restaurante -, por aquello de ver la Zurriola en helicóptero.
- Sabía que lo ibas a hacer. Mucho hablar de Organización Juvenil Española, Frente de Juventudes, Educación y Descanso, Servicio Social…. en cuanto ves a los paramilitares de ikurriña – le comenta Coro entre risas -, en los bordillos del Tour pero acabas viendo la etapa por la tele.
- Es que nos expulsaron del Tourmalet con ese monopolio de la representación uniforme de lo vasco que la abertzalia militante ha impuesto para que las imágenes del Tour solo puedan reflejar lo que ellos planean, preparan y ejecutan con sus batallones y comandos todos los años. Pero el ciclismo me sigue gustando como espectador.
Han llegado andando a un pequeño bar que tiene conectada una cadena deportiva que retransmite la carrera. El televisor debe ser un premio al consumo de una marca de refresco por el hostelero o algo similar porque la imagen es pequeña, colores descompensados y los comentarios de los locutores de una voz aguda que acompaña adecuadamente la inanidad de lo que dicen. El pacharán casero, sin embargo, es cordial y generoso, como el hostelero.
- ¿Vascos? ¡Qué público en la carrera! ¡El mejor del mundo! ¿En las ikastolas les enseñan a ser así?
Los Galtzagorri no escuchan lo que el hombre dice, atentos a ver si adivinan a uno de sus hijos con el nieto a hombros a la altura del Corazón de María. Lógicamente, la visión del ataque fulgurante del vencedor de la etapa roba la atención de las cámaras y, a pesar de que la nuera les va a indicar después que se les ve perfectamente, nunca llegarán a verles en las innumerables repeticiones posteriores.
- Todo por la patria – Jon Galtzagorri se dirige al Parador Nacional con calma -, me parece que es el slogan de esta gente. Ya me gustaría solo ver el aspecto alegre y festivo de estas cosas, olvidarme que entre los que agitan las telas ante los ojos ciegos de los toros del pelotón y ante las cámaras de todo el mundo se encuentran los que ayer delataban a sus vecinos ante los tribunales sin apelación de la gestapo autóctona…. Pero, no puedo.
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