La comida de las « Arantzas » - piensa Galtzagorri -, tiene algo de una comedia teatral, llevada al cine con éxito, que se llamaba « Le diner des cons ». Un grupo de amigas se reúne cada mes a comer en el mismo restaurante y una de ellas, por turno, invita a alguien a esa comida, alguien que pueda hablar de un tema de su especialidad. Con la justificación del rugby, el invitado es Jon Galtzagorri y Galtzagorri se siente bastante gilipollas en la mesa de las « Arantzas » que no todas se llaman Arantza pero todas son mujeres de las que se califican, por no pensar un poco, como empoderadas y las mujeres empoderadas en Gipuzkoa se dan con cierta frecuencia – a lo mejor habría que llamarles simplemente « apoderadas » porque las 5 tienen seguramente poderes inscritos en el Registro Mercantil -, él quería traer a su mujer pero su invitadora, compañera de pupitre de la misma, le ha explicado que era imposible.
Durante la degustación del menú del día se ha hablado de todo y de nada, de rugby, de valores del rugby, de reglas del juego, del arbitraje, de los espectadores, del balón, del rugby como herramienta de la empresa, de scrum y de kanban, de la educación por el rugby, de la reinserción social, del tercer tiempo de los musulmanes, de la homosexualidad femenina y de la masculina en los deportes, de la empresa familiar y de la difícil retención de talentos vascos incluso familiares, del presente y mucho del futuro de Gipuzkoa con el peso del pasado… esas frases ligeras, esas pinceladas verbales, esas opiniones que luego se extienden por la ciudad, derivan por la bahía, se interpretan y reinterpretan hasta quedar irreconocibles, hasta ser percibidas como puñaladas en la espalda por unos o unas y otros u otras para acabar diciendo ¿Qué ha contado ese gilipollas ?
Galtzagorri no sabe resistir la tentación de hablar, de hablar demasiado y sin propósito de enmienda, arrepentirse le parece inútil, cuando se quiere interpretar, hasta el silencio es interpretado, siempre sin acudir a las fuentes.
A la salida, la tarde ha refrescado por la tormenta, enfrente del estadio una Arantza, la que menos ha bebido, le comenta mientras caminan hacia Balleneros :
- Desde aquí, aunque sea más pequeño que otros estadios, parece gigante.
- Ha quedado bien – dice Galtzagorri haciendo una foto del exterior azul del estadio con su móvil -, es un bonito pequeño gigante.
- Como Gipuzkoa o como Euskadi quizá, un pequeño gigante con pies de barro – Arantza le agarra del brazo con afecto -, que nos ha costado, nos cuesta y nos costará para que no se hunda en el barro de la marisma.
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