lunes, 2 de noviembre de 2009

AJEDREZ COLECTIVO

En aquel tiempo estaba un ala aburrido porque no le llegaba nunca el balón y se le ocurrió suprimir la delantera del rugby, así quizá nació el rugby a 7. Y resulta que esta modalidad del rugby ha conseguido el reconocimiento olímpico, porque el rugby a 15 no cabe en la duración normal de unos Juegos Olímpicos, al menos con una participación de equipos comparable a la de otros deportes.

He comparado en alguna columna anterior el rugby con el ajedrez tanto por las diferentes funciones de cada pieza como por la inteligencia que requiere su práctica: “Un deporte de brutos que los brutos no pueden jugar”. La inteligencia del rugby es una inteligencia colectiva, dinámica y emocional. No basta con la del entrenador o la del capitán, sino que cada jugador debe combinar la suya con la de los demás porque en el rugby el que lleva el balón es en ese momento “el capitán” y de su decisión depende la continuidad del juego. Igualmente el equipo que defiende tiene que actuar colectivamente con inteligencia para recuperar el balón.

El espectador que llegue al rugby por la nueva modalidad olímpica va a contemplar un juego de continuos movimientos de jugadores y de balón con unos arbitrajes que cooperan enormemente a que no existan tiempos muertos en que el balón desaparece de la vista. Hay el riesgo de que este rugby espectacular mate a su padre, a no ser que el rugby grande aprenda y evolucione a partir de lo que resulte de esta nueva etapa. Por de pronto a no aburrir a los espectadores, sobre todo si éstos son escasos.

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