No he entendido nunca mucho de Teoría Económica, mientras que la lectura sobre Estructura Económica consigue dormirme rápidamente y la Microeconomía que me inquieta es la desbocada mía. Por eso quizá leo las páginas salmón los domingos con curiosidad y he sentido la muerte de Samuelson como si fuera la de un viejo profesor que me ha acompañado desde que la vida me obligó a estudiar su obra más elemental.
La coyuntura negativa actual de la crisis -crisis es vida por lo que mientras haya vida humana habrá crisis-, me está haciendo acudir una y otra vez a otra vieja lectura juvenil El Sr Valdemar de Edgar Allan Poe. La historia que he repetido muchas veces es la del hombre aquel que es hipnotizado en su agonía y no se entera que se ha muerto hasta que es bruscamente despertado del sueño hipnótico -Roger Corman con Vicent Price hizo una película muy recomendable en technicolor con el tema-. Muchas veces he comparado una empresa determinada con el sujeto hipnotizado. Hasta que alguien no la despierta no se muere y descansa en paz. Mi profesión me ha obligado a despertar empresas, muertas sin querer saberlo, con cierta frecuencia para que aunque sea los gusanos y carroñeros pudieran, pudiéramos, vivir de sus despojos. Y es duro y falto de comprensión este esfuerzo.
Como dicen algunas páginas salmón ahora hay tantas empresas muertas en vida en España que se puede hablar de nuestra economía como de Zombieland. Esas inmobiliarias parabancarias que están reteniendo suelo y construcciones y evitando así que se alcance el estado real del mercado inmobiliario por ahora son los zombies que van a provocar de un momento a otro el gran batacazo final, la traca necesaria para culminar esta sesión de fuegos de artificio, de nuestra economía. Y se va a hacer al grito, nada correcto políticamente, de ¡Maricón el último! Porque va a pasar, el ladrillo no se come y entonces o se produce la búsqueda desesperada de liquidez forzosamente o se organiza la salida del pus por el drenaje pero la realidad es que están muertas y mantenerlas sin finalidad alguna dando tumbos ante las cámaras de George E. Romero sólo sirve para que no queden empresas vivas bien porque las maten los zombies bien erróneamente quienes pretenden luchar contra ellos.
No podemos devaluar el euro ni siquiera el 40% que requiere al menos la economía española así que la cola del paro crecerá hasta que la circulación económica alcance esa devaluación real si Chinos, Vietnamitas, Hindúes... no sienten de pronto un ansia de sol y playa y acuden a adquirir sus ladrillos a nuestros bancos ¿Se hace algo para traerlos a Benidorm a comprar en vez de a vender?
Mientras, nuestros preparados jóvenes pueden buscar su pequeño papel televisivo en Españoles en el Mundo e irse a vender talento, ya que sus padres no lo hemos sabido hacer, a esas economías ya en crecimiento y a las que les esperan también convulsos tiempos por sus situaciones internas -no se puede mantener una democracia económica en un régimen autoritario-, lo que no deja de ser apasionante y quizá merezca la pena estar empresarialmente -funcionarios y jubilados abstenerse-, en esas transiciones si no es demasiado tarde.
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