Todos los equipos vascos de las categorías superiores se juegan en estos próximos días –los de Laburdi repetidamente-, más que los meros puntos. El Olympique es el que menos peligro tiene porque lo que persigue es colocarse en uno de los seis primeros puestos de la Top 14 para disputar la final francesa y la copa europea siguiente. Gernika aspira a consolidar su sorprendente aparición en la máxima categoría española, Ampo Ordizia busca poner distancia con los puestos de descenso mientras que Aviron Bayonnais y Pegamo Bera Bera quieren escapar de los que ya ocupan que les conducen a la pérdida de categoría.
¿Se puede jugar bien en estas circunstancias? Si jugar bien es hacer juego abierto, a la mano, con patadas creativas, con ensayos... es evidente que existe la posibilidad, los cinco equipos han demostrado que tienen juego suficiente para obtener buenos resultados de esa forma. Pero la experiencia nos advierte de que probablemente no va a ser así. Sin embargo, en esta fase de la temporada los equipos necesitan más que nunca del apoyo de sus seguidores y lo obtienen con independencia del espectáculo.
Así que en el frío y húmedo ambiente de nuestras canchas se vivirán encuentros calientes en los que el balón se percibirá por los espectadores cuando el correspondiente pateador lo prepare para el golpe de castigo y poco más. Y el protagonista más destacado para unos y para otros será aquél de quien nunca es bueno escribir, el árbitro.
Deseo equivocarme naturalmente en esta agorera predicción y que los dioses de Ovalia trastornen algunos cerebros técnicos para que se arriesguen a confiar en sus jugadores y para que éstos exijan fuera y dentro del terreno que se juegue al rugby en toda la extensión del concepto, se parezcan o no a Matt Damon.
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