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Por nonagésima primera vez se van a enfrentar
franceses y escoceses el próximo domingo –dice Murray, entrando en el “Bar de la Rubia”-, el año pasado les “ganamos”
en Edimburgo y este año también.
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Desde 1999 –le recuerda Hiruntchiverry dirigiéndose
raudo al excusado-, el Gallo se ha comido al Cardo siempre en París.
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Este año presiento que la capacidad ofensiva de
Escocia está por encima de la francesa
-insiste Murray desbordante de optimismo-, se demostró frente a Irlanda, se nota la mano
de Cotter en el juego, los buenos resultados de los Glasgow Warriors se han
transmitido a la selección…
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Tú lees mucho rugby – Galtzagorri corta poniendo
las consumiciones, que ha recogido del mostrador, en la mesa-, pero analizas
poco lo que se ve en la pantalla. Francia, si Novés corrige las indisciplinas,
que las corregirá, puede ganar aún el Torneo a pesar de la derrota por los
pelos del otro día, mientras que los escoceses defienden poco y mal, como se
vio frente a unos irlandeses más despistados que otra cosa.
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La última vez en mi vida que voy a una sidrería –Hiruntchiverry
se sienta en la mesa-, como trampa para cazar turistas no está mal, pero es lo
más alejado que existe del arte gastronómico.
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Sin
hablar de los fideos de abadejo –añade Labarthe que está mosqueado porque la
rubia no se ha aparecido en carne mortal detrás del mostrador como le habían
prometido sus amigos-, así que Murray ¿Te apuestas una comida con angulas a que
la selección francesa gana por más de siete a la selección escocesa?
Y el silencio se hizo en el “Bar
de la Rubia”, allá por Hernani, un clamoroso silencio.
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