Ayer me hice con un ejemplar del libro de Manolo González “Juan Maria Humada, el chef del vino” y me puse a ojearlo sobre las 7 de la tarde, con una breve interrupción para cenar, a eso de las 12 de la noche me di cuenta de que tenía hambre, quiero decir que, siendo los libros de cocina libros de consulta, este libro me resultó apasionante como una buena novela y me ha enganchado por sus textos escritos, literatura periodística de un viajero atento a los paisajes de la viña y de los hombres que la viven haciéndola vivir, que sortean la dificultad de las inevitables repeticiones de las visitas a similares actividades, aunque en todas ellas se ponga la pasión que Manolo y Juan Mari comparten con los bodegueros que les reciben. Las imágenes ilustran perfectamente el romance, más que maridaje, entre vino y plato que constituye el concepto de la obra, cada vino se invita a la imaginación con su pareja, una receta de la cocina de Juan Mari, aquel hidalgo al que Monsieur Michelin le pegó un directo a la mandíbula que le hizo ver las estrellas y le dejó en coma demasiado tiempo, hoy por fortuna retornado al mundo de los cocineros vivos y necesarios para clientes a los que los michelines ni les sobran ni les faltan. Creo que he dicho otras veces: “Estoy hasta el esfinter de la desmesurada importancia de la cultura gastronómica en la cultura vasca y una Facultad Universitaria de Cocina me parece tan absurda como una Facultad Universitaria de Ciencias Políticas, la cultura no puede ser algo que acaba siempre en la letrina” y, sin embargo, este libro es cultura, cultura renacentista, porque sublima la gastronomía y trasciende más allá del objetivo de su autor. Pues eso, queda dicho.
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