viernes, 7 de enero de 2022

EL CHISTE DE LOS REYES


- Los reyes de la leyenda cristiana son totalmente de ficción, no roban -dice el Barón de la Florida abriendo el envoltorio del roscón encima de la mesa -.

- ¿Tú también vas a hacer chistes fáciles hoy? Estoy harto de Twitter, todo el día -el Marqués de Altamira se quita la mascarilla al sentarse y poner platos y cuchillos -, aunque lo de la cabalgata de reyes en París en 1793 parece un acierto a primera vista pero yo no deseo una revolución y un baño de sangre de nadie ni de la leticia trepadora ni del inútil supremo del Estado ni de las mocosas pijas, ¡Que se vayan a vivir a la Real Cañada esa y ya está!

- Es que todos los años, esta fecha es un termómetro social del afecto por la corona – el Barón empieza a hacer las porciones del rosco, mientras que Galtzagorri coloca la chocolatera y las tazas en el medio -,  y entre el putero del suegro, el empalmado del yerno y el aburrido portero de palacio, que ya ha hecho el trabajo del año al recoger el pendiente de su señora…, han borrado el espejismo de que existía un sentimiento monárquico extenso, sino mayoritario.

- Para mi fue necesario aceptar la monarquía como forma del Estado en la Constitución – confiesa Galtzagorri empezando a empapar el roscón en el líquido oscuro y caliente -, eran años paradójicos, donde la esperanza se mezclaba con el miedo, las negociaciones eran concesiones  mutuas, los dueños del cotarro trampearon y metieron la posibilidad de la sucesión familiar en la más alta magistratura del Estado, un residuo del pasado y el destino de los residuos es el vertedero para que no polucionen.

- Los amos del cotarro, como dices, son muy partidarios de la herencia, de la sucesión en los cargos de padres a hijos – el Barón limpia con dientes y lengua algo duro que ha encontrado en su ración de dulce -, pero siempre hay sorpresas, sorpresas como ésta ¡Coño, un rey negro! ¡Baltazar! Pásame el cuchillo, que le hago la autopsia.


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