jueves, 20 de enero de 2022

ANGULAS Y SOLOMILLO

Mientras las mujeres han pasado al salón y con unas infusiones en la mesa baja discuten sobre la influencia del pensamiento de Hannah Arendt en la obra de David Lynch, objeto de la tesis presentada en la Sorbona por Margot Hiruntchiverry recientemente, los hombres lavan copas y platos – los que han usado en la cena son incompatibles con el lavavajillas -, después de haber recogido la mesa instalada provisionalmente en el garaje de la casa de Aristide Labarthe, casa que tiene la ventaja de que no hay vecinos a los que les pueda molestar la música en bucle de Sarriegui y Nino Rota -a Galtzagorri siempre hay que ponerle la “tamborrada” de Nino Rota – que ha estado sonando desde que a las 8 de la noche empezó esta cena tradicional de la víspera de San Sebastián, en Baiona pero con menú donostiarra.

- Coger, como dice el pibe de mi cuñado, me ha permitido conocer mujeres maravillosas pero “no coger” me ha regalado con mujeres inolvidables en mi vida – habla el Barón de la Florida que está secando la vajilla aclarada por Galtzagorri para que Labarte la guarde en la alacena de la veranda -, y, al final, es lo más importante.

- No sé yo, desde la infancia prácticamente he sido monógamo – Aristide miente, hay cosas que no se confiesan ni a los amigos -, para mi Patricia es tan maravillosa como inolvidable, hay quien va por la cuarta oficial y puede opinar con más experiencia.

- Ya que Galtzagorri no se da por aludido – dice Imanol Hiruntchiverry cuyos tres divorcios anteriores apenas le han dejado cicatrices en el carácter -, puedo constatar que no te falta razón, si yo hubiera retenido alguna vez mi insaciable afán de conocimientos de lo insondable que hay en una mirada afectuosa, ahora tendría consejeras, colaboradoras o amigas y no brujas despechadas que odian el día en que me abrieron su intimidad, en la que siempre acabé viendo una jaula de la que volar...

- ¿De qué guion has sacado esa tirada? - Galtzagorri tiene los ojos acuosos de la madrugada y está deseando meterse en una de las camas que han previsto para no tener que coger el coche esta noche -.   ¿Nuestras respectivas brujitas maravillosas querrán acostarse?

Las mujeres estaban sumergidas, habían abierto otra botella de champagne, en una apasionante discusión sobre las semejanzas y diferencias de los personajes femeninos en Molière, Shakespeare e, incluso, en Cervantes, así que no se dejaron interrumpir y no se acostaron hasta que no oyeron roncar a todos y cada uno de sus cónyuges.

  


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