jueves, 13 de enero de 2022

LAS HIENAS, EL CORDERO, LA GANADERÍA Y DEMÁS

El Marqués de Altamira sentó a su nieta Edurne en sus rodillas y empezó a leerle un cuento de un libro infantil con abundantes ilustraciones:


“Un corderillo sediento bebía en un arroyo, un arroyo normal de ésos que hay en el monte y a los que los corderos de raza latxa y criados al aire libre se acercan según costumbre, el corderito al que llamaremos Alberto no era la primera vez que bebía en ese arroyo. Pero una cuadrilla de hienas, unos animales asquerosos que no están en peligro de extinción, a diferencia de los lobos que quedan muy pocos, se apercibieron de su presencia y, decidieron comérselo, que para eso están las hienas, que incluso les pagan por ello ¿Quién les paga? Los anunciantes, los que ponen su logo en las pieles de las hienas ¿Que nunca has visto una hiena por aquí? Pues las hay, lo que pasa es que se hacen pasar por periodistas y adoptan esa forma humana para salir por la tele y, claro, los niños y los tontos no las reconocen y, como te dice el abuelo, si ves tanta tele te vuelves tonto y las hienas te acaban devorando el cerebro, porque empiezan por el cerebro pero nuestro Albertito no veía la tele y conservaba su cerebro.


-¿Cómo te atreves a enturbiarnos el agua? -dijo el jefe malhumorado de las hienas al corderillo Alberto- ¡Castigaremos tu temeridad!


Y el resto de las hienas repitió hasta la saciedad, hasta hartarnos: ¿Cómo te atreves a enturbiarnos el agua? ¡Castigaremos tu temeridad!


–No se me irriten estimadas hienas a las que siempre he tratado con respeto - contestó quedamente el cordero Alberto-, consideren que estoy bebiendo en esta corriente veinte pasos más abajo, en todo caso son Uds. los que enturbian el agua que a mí me llega  y yo mal puedo enturbiarles el agua.


Porque era evidente, como decía Alberto que la corriente del río, excepto en la desembocadura, solo va aguas abajo, que se dice.


–Nos la enturbias - gritó el feroz animal en jefe - y me consta que el año pasado hablaste mal de mí.


Todas y cada una de las hienas, con sus diferentes voces y aullidos repitieron:  Nos la enturbias y me consta que el año pasado hablaste mal de mí.


--¿Cómo había de hablar mal, si no había nacido el año pasado? 


El cordero era un buen tipo, dialogante, y mucho más joven que aquellas apestosas hienas, así que dijo lo primero que se le ocurrió y que además era verdad. 


–Si no eras tú, sería tu hermano, un economista resabiado.


–No tengo hermanos, señoras hienas.


El cordero a pesar de que era un buen tipo y dialogante además de más joven que la mayoría de las hienas del país, dijo eso para salir del paso, aunque no fuera verdad, porque su hermano también debe estar recién destetado, como él. 


–Pues sería alguno de los tuyos, que los conozco desde tiempos de mis abuelos y el glorioso alzamiento nacional para echaros de aquí porque todos los comunistas con piel de cordero me tenéis mala voluntad todos vosotros, vuestros pastores mariquillas del partido socialista obrero y español, no fastidies, y vuestros perros de los diarios digitales que no sé cómo toleramos su existencia. Lo sé de buena tinta, que es la nuestra, la del pensamiento único, grande y libre con destino en lo universal y ya no sé ni lo que digo y tengo que vengarme, porque siempre tengo que vengarme, no sólo por el pasado que no olvido, por el presente y por el futuro que pueda venir.


Dicho esto, la banda de asquerosas hienas coge al cordero Alberto, se lo lleva al fondo de sus bosques oscuros donde nunca llega la luz de la inteligencia y se lo come, sin más coartada, ni excusa, porque los dogmas son dogmas y no requieren explicaciones.”


- En cuanto lees un cuento a la niña, se duerme como un angelito – dice la marquesa recogiendo a la sonrosada - ¿Tendrá el covid? - nieta de los brazos del abuelo.




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