- La mitología católica me asombra – comenta Imanol Hiruntchiverry saliendo de la catedral de Rennes junto a Castor Barragán -, tres dioses principales que se confunden en uno pero que tienen como amante y madre a una humana divinizada que se paseaba por cumbres, grutas y campiñas hasta hace poco, unos mensajeros alados y guardaespaldas de los que algunos, que quisieron ser del trío de cabeza, se dedican a putear a la gente sin descanso y luego, como se pintan en las paredes de este templo, innombrables geniecillos locales que fueron personas ejemplares quizá y que se han reciclado en promotores de las fiestas locales como la tamborrada, los sanfermines o las magdalenas… todo esto me resulta más complicado que el Olimpo Griego.
- Te he enseñado esta iglesia para que te empapes del personaje – Castor que es guionista de reconocido prestigio internacional y va a dirigir su primer largometraje se enfrenta a Imanol mientras enciende un cigarrillo rubio -, no te he traído para que me des un rollo anticristiano a la hora de comer, el obispo del argumento es un constructor de catedrales, vanidoso como una diva, obsesionado con la santidad de su vida, inteligente, manipulador, querido del Papa y de las aristócratas bretonas, o sea que ya te estás leyendo vidas de santos franceses del XIX y olvidándote de los tópicos de Richelieu que no tiene mucho que ver.
- Un tipo que sobrevive a la Revolución y sus secuelas para luego hacerse este reino en la tierra que se describe en el guion no puede ser creyente – Imanol, que no se ha quitado la boina en todo el recorrido por el interior, se acaricia la barbita de chivo que se ha dejado y teñido para el rodaje -, creo que debió de tener una dosis de escepticismo con toda esta parafernalia monárquica e imperial que se montaron los franceses por aquellos años…
- ¡Un santo varón, era un santo varón! - exclama Barragán, dando fin a la discusión -. Que los productores de la región son unos “culosbenditos” pero han puesto la plata y, como se enteren de que tú solo haces el papel por el parecido con el del cuadro y no comulgas con su imagen, me dejas sin película y yo sí que te guillotino…
Ya han llegado al bistró donde van a comer, decorado con fotos de gente haciendo el gesto universal de burla, el pulgar de la mano en la punta de la nariz y los demás dedos abiertos.
- ¿Que quién va a ver esta película? Me da igual, la distribución está asegurada en colegios católicos, que abundan por aquí, parroquias, misiones y demás. Lo importante es que, antes de que la vea el Papa, nosotros ya habremos cobrado y luego ya haremos ese western navarro en la Ribera que tengo el guion apolillándose en la guantera del coche hace diez años.
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