lunes, 20 de marzo de 2023

LOS DESPIDOS DE TXILLARDEGI




La llamada de un amigo que está haciendo un trabajo sobre José Luis Alvarez Emparanza “Txillardegi” me recuerda la historia de su despido del Garaje Massé o Gustavo Massé y Cía, S. en C. a finales de los años 50.


A mediados de los años 90 José Luis Alvarez Emparanza publicó “Euskal Herria Helburu” sus memorias o algo parecido en euskera -años después las publicó traducidas al español -. Una buena amiga, a la que le llamó la atención el dato de su estancia en el negocio de mi familia,  me hizo una fotocopia de las páginas en las que él contaba su estancia en el Garaje Massé de la cual yo recordaba algo y el episodio de su despido que yo desconocía o había olvidado.


En su libro, Txillardegi viene a contar que entró a trabajar en la fábrica de motores diésel que dirigía mi padre en el barrio de Gros de Donostia,al acabar sus estudios de ingeniería industrial por exigencia de su propio padre, que allí conoció a los hermanos Gómez de Pagola retornados de Rusia y responsables del Partido Comunista y que fue despedido por mi padre ya que él fue uno de los impulsores de una huelga en solidaridad con los mineros de Asturias, huelga que tuvo lugar el día en que el Delegado Provincial del Ministerio de Industria visitaba la fábrica con mi padre - tengo el libro en algún lugar pero no me apetece buscarlo  -. 


Yo era un niño de 10 años cuando Txillardegi andaba por los talleres, nuestra vivienda formaba parte del complejo industrial, le solía ver llegar en una scooter italiana y, a veces, cuando yo iba a la sección de dibujo de la fábrica le solía ver deambulando por allí. De lo que cuenta no me gustó en su momento su tono despectivo para los motores que se hacían, a los que califica de copias de los de Berliet simplemente, para mi en unos casos eran copias de Berliet o de Perkins pero la mayoría de los modelos eran desarrollos propios a partir de aquellos y algún modelo, el de menor cilindrada, era una creación propia, una evolución inspirada por sus hermanos mayores para el mercado español. Me extrañó que Txillardegi omite toda mención a Félix Liquiniano “Liki” y a Chiapusso, personajes vinculados, para mi, a aquellos mismos años en Talleres Massé.


Como mi padre Eduardo Massé Osinalde me estaba ayudando a pintar mi piso cuando llegaron las fotocopias a mis manos, le leí esas páginas un día y, más o menos, esta es su respuesta:


- “Alperra! Era un vago y le echamos por gandul Alperra! Eso que cuenta de los hermanos Gómez no fue así, ellos querían echarle de antes pero como yo le había contratado por su padre pues teníamos que soportarle. Lo que pasó ese día, es que yo estaba visitando a un amigo, Unamuno, que era un proveedor de Éibar y me llamó Antonio Anguera (El secretario de mi padre en el taller y que dirigía la administración de la empresa) al teléfono de Unamuno y me dijo que había huelga en el taller y que los trabajadores estaban fumando en la calle delante de la puerta, le dije que le dijera a José Luis que les ordenara a los trabajadores que entraran dentro y que cerraran las puertas, que yo iba para allá enseguida. Antonio me dijo que José Luis también estaba de huelga y yo le dije “¡A ese idiota echale! ¡Que los encargados no hacen huelga!” Y a la tarde, cuando volví al taller, ya no estaba y no le volví a ver nunca. Su padre vino en su nombre a cobrar el finiquito días más tarde, me dijo que había hecho bien en despedirle y... tan amigos.”


Los días siguientes mi padre me contó algunas anécdotas que no añaden nada a la versión anterior. Yo solía encontrarme a menudo con Antonio Anguera por las calles de Gros y, poco después, me lo encontré y le conté lo del libro de Txillardegi y al principio no se acordaba quién era siquiera. Le conté la biografía de Txillardegi con lo de ETA, el batúa y demás. Así como lo que me había relatado mi padre semanas antes. Antonio me dio otra versión del despido:


- “Eso no es así. Era un joven que estaba como de prácticas en el taller, ya me acuerdo. Una mañana que iba a haber huelga, estábamos en mi despacho los rusos, los hermanos Gómez Pagola, y yo reunidos viendo cómo iban las cosas, creo que tu hermano Eduardo andaba por el taller diciéndoles a los trabajadores que entraran a trabajar… no había mucho que hacer, como iba a haber huelga ya se había trabajado lo que se tenía que hacer ese día… tu padre no sé dónde andaba pero no estaba en el taller. El caso es que apareció en mi despacho un cliente del garaje, muy enfadado, el señor Luis que era un vecino y además el delegado de industria en San Sebastián. Este señor me dijo que un obrero le había faltado al respeto en el garaje y entonces bajé con él al lavacoches. Allí estaba Álvarez dando manguerazos con desgana a una lambretta que tenía y Luis me dijo que, cuando le había pedido que le lavase el coche antes, le había dicho que se fuera a hacer puñetas que él estaba de huelga . Entonces le dije a Alvarez que se fuera a casa, se montó en la moto y se fue. No volví a saber de él hasta que Franco se murió. Tu padre me dijo a la noche de aquel día que le preparase el despido y el finiquito para el día siguiente pero no pasó nunca jamás por la empresa, nunca jamás. El que le llamaba alperra era Ramón Gómez, el ruso, pero no creo que Álvarez tuviera ningún puesto en la fabricación, él estaba allí para aprender, aunque no aprendiera…”


O sea que tengo tres versiones del mismo despido: la heroica del protagonista; la del vago de mi padre y las del estudiantes en prácticas del director administrativo del taller… como en una película japonesa o en “El último duelo” de Ridley Scott.


 


No hay comentarios: