martes, 20 de agosto de 2019

PROBLEMA EN POLLENÇA

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En Manacor está el Juzgado de Instrucción que corresponde al lugar donde apareció el cadáver de Iñigo Arriluze y Saint Lon les Mines. Manacor es el pueblo más feo de la Isla de Mallorca sin ningún género de dudas, incluso así ha sido proclamado en algún concurso, el Juzgado se encuentra en la antigua calle Mayor, bastante estrecha y no tan fea, al no haber sido afectada por el urbanismo desarrollista de los felices años sesenta como otras partes de la ciudad, lo de pueblo es una forma de hablar, Manacor es una ciudad y cuna natal de Rafael Nadal, como el lector sabe.
La clínica forense está en Palma, la capital provincial, así que Begoña fue trasladada primero a reconocer el cuerpo muerto que fue de su esposo. Un cuerpo muerto al que han hecho la autopsia ya no es de nadie, antes de que lo vea la familia los médicos forenses lo han recompuesto lo mejor posible, el rostro afilado por el rigor mortis es la última imagen que queda grabada en la retina de quien pasa por el trámite porque para las diligencias previas que se están instruyendo aquello es un trámite, un trámite más, para Begoña fue un mazazo invisible dado por un martillo pilón en todo su interior. Un rostro afilado y un cuerpo tapado con una sábana barata, mil veces lavada, mil veces lavada después de cada uso. Un funcionario, quizá un oficial del Juzgado, quizá un médico forense, le hizo salir de nuevo al pasillo sombrío desde la morgue, demasiado iluminada para la visión que le había quedado, luego le trasladaron, a última hora de la tarde pero aún de día, al Juzgado de Manacor, allí expresó su deseo de personarse en la causa, designó una procuradora de los tribunales que le habían indicado desde el despacho de Figueruelas y Asociados en Palma y en un taxi se dirigió al hotel que los hijos mayores de Iñigo habían reservado, Son Sant  Jordi, que se encuentra en Pollença, en el extremo norte de la isla, no habían encontrado nada más cerca de Campos.
Ustarroz no estuvo lejos de ella en ningún momento, en realidad la estaba observando y estudiando mientras daba instrucciones y recibía informaciones sobre el desarrollo de la investigación, ya se sabía que ninguna empresa de alquiler de la Isla había alquilado un todo terreno negro o azul oscuro en las últimas semanas y solo que un coche sospechoso había llegado en un ferry de Balearia el 20 de junio, cuatro días antes de que se produjera el atropello mortal, el vehículo aparecía inscrito a nombre de una empresa de Barcelona que se especializaba en alquiler de vehículos para rodaje de películas y se estaba intentando localizar a sus responsables pero era el 24 de junio, Sant Joan, y parecía que estaban de fiesta. En la Isla ninguna patrulla ni informador de la Guardia Civil había visto el coche que se buscaba, búsqueda que se realizaba con la matrícula obtenida de la naviera.
A las 10 de la noche estaba reunidos y llorando juntos los recién llegados de Bilbao y lo que quedaba en pie de Begoña, habían ocupado una mesa en el restaurante del hotel, bebían mucho y apenas comían lo que les iban trayendo, tampoco hablaban, de vez en cuando alguna de las dos mujeres se levantaba para abrazar al hombre. Ustarroz intentaba escrutar los rostros de Iñigo Arriluze Ibarra y de Begoña Arriluze Ibarra, la familia Arriluze no tenía mucha imaginación para los nombres, el pequeño, que debía tener un año y no habían traído en el viaje, se llamaba Aitor Arriluze Bergareche ¿Alguno de los tres comensales había contratado los servicios de alguien para acabar con su esposo o su padre? El guardia civil estaba convencido que la ejecución había sido en Mallorca pero el autor intelectual había que buscarlo en Bilbao ¿Alguno de los tres a los que se dirigía despacio desde su discreto rincón era un asesino?
- Quiero expresarles mis condolencias, no hay palabras que puedan aliviarles en su dolor, pero les aseguro que estamos haciendo todo lo posible para identificar y detener al autor o autores de la muerte del Sr. Arriluze.
Todos estrecharon su mano desmayadamente y le invitaron a sentarse. El teniente rechazó la invitación y les explicó que debían retirarse a descansar porque a la mañana siguiente temprano se iba a proceder a la entrada y registro de la casa de veraneo en legal forma, una diligencia necesaria para estudiar todas las circunstancias que habían rodeado la muerte.
Cuando se volvieron a quedar solos, Begoña sintió los interrogantes mudos de ambos hermanos y se sintió madrastra, el vínculo de ella era con el padre, los hijos tenían una relación ambigua con ella, la que había ocupado el trono de la reina muerta, hasta ahora le habían apreciado pero quizá se había convertido en alguien a quien odiar. Begoña necesitaba que le quisieran, les necesitaba más a ellos que ellos le necesitaban,
- Creo que todos somos sospechosos a ojos de este Guardia Civil, que no piensa que haya sido un accidente sino que se ha encargado asesinar a Iñigo y que yo -la viuda se señaló con ambas manos -, puedo tener un motivo pero vosotros también. Yo sé que no es verdad, que nadie podría querer matar a vuestro aita que esto ha tenido que ser una desgraciada casualidad, unos borrachos de juerga que iban a bañarse en pelotas a la playa y que ahora están escondidos en cualquier sitio sin saber qué hacer, solo rezo para que Dios o la Virgen les haga salir y presentarse para que podamos llevarnos a Iñigo a Bilbao y hacerle un funeral como Dios manda y lo que sea.
La hija comentó que ya había hablado con la funeraria habitual de la familia en Bilbao y que ésta había avisado a otra de Mallorca que se iba a encargar de todo pero que aún no le habían llamado, que suponía que ya lo harían al día siguiente, cuando los trámites hubieran concluido. La hija tenía un rostro de modelo de pintura vasca, como las mujeres que se ven en los cuadros que se venden en las galerías de arte de Saint Jean de Luz para los turistas y era más alta que la viuda.
Su hermano también parecía salido de un cuadro pero de un cuadro de remeros vizcaínos, de remeros que se pueden vestir de traje y corbata para dirigir eficazmente una naviera. El hijo se había quedado anonadado, apenas respiraba, con los puños, grandes, sosteniendo su mentón, acodado en la mesa, sus lágrimas caían con un ritmo regular y ya no hacía nada para secarlas.
- Voy a llamar a Manu Majors, el abogado amigo del aita supongo que tendrá experiencia en estos casos.
Y así fue como a las 0,30 de la madrugada del 25 de junio Manu Majors y su esposa  Lin Chi-Ling fueron despertados e informados que el antiguo primer centro del equipo de rugby de la escuela de Ingenieros de Bilbao, había llegado a jugar una temporada, había fallecido en el municipio de Campos de Mallorca, junto a aquella casa de labranza en la que tantas veces les había comentado que había encontrado el paraíso.
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