Una hermosa mujer, una “chica” de su edad, se estaba despidiendo de Galtzagorri cuando Imanol llegó a la mesa.
- ¡Qué bien te sienta la jubilación! - ella dijo al irse, dejando en el aire el brillo de sus ojos y un aroma de número 5 de Chanel-.
Lógicamente la donostiarra no había reconocido en el recién llegado al patoso francés que 50 años antes había intentado pegarse a ella en la obscuridad de una discoteca de Zarauz, a pesar de que ninguno llevaba mascarilla puesta, pero Imanol revivió aquella vieja escena inmediatamente. “Está más guapa que cuando tenía 15 años”, le comentó a su amigo mientras pedía una cerveza por señas a la camarera.
- Hay amores que nunca se borran -le contestó Jon amagando un brindis a un metro y medio de distancia desde el otro lado de la mesa -, a pesar de que tú hayas batido varias veces el récord de Julio Iglesias.
- Sabes que no estoy nada orgulloso de mi pasado promiscuo – Imanol ponía una voz de bajo ruso cuando la nostalgia invadía su cabeza y sus frases empezaron a sonar como un recitativo de Verdi -, aquella fue una etapa de catarsis de la madurez y la juventud, como la de ella quedó lejos, todavía más lejos.
- Esperemos eso y que a la quinta vaya la vencida y que la actual te dure.
Los dos amigos estuvieron un rato hablando de virus, confinamientos y rugby, compartiendo cervezas y menú del día en la terraza, hasta que se levantaron para pasar por el estanco de la plaza de Reina Regente y hacer las compras para los vicios de la familia Hiruntchiverry. Al salir del establecimiento, mientras se quitaban las mascarillas protectoras y se despedían, pasó la estilizada silueta con su aura de Chanel.
- Me he quedado pensando antes ¿Tú no eras un francés que jugaba al rugby y andaba hace años por los garitos de Zarauz?
Imanol sintió que las glándulas del orgullo le mandaban un mensaje interno a la altura de sus genitales y Galtzagorri se dio cuenta.
- No te rías, no te rías -le dijo Imanol a su amigo donostiarra, cuando, después de un breve intercambio de frases tópicas, ella se alejó apresuradamente hacia el Boulevard -, y no comentes nada que acabas en el río.
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