viernes, 11 de julio de 2008

ARBITRAJE

Los encuentros de la Heineken Cup de esta semana han tenido decisiones arbitrales discutibles y alguna discutida y sancionada la protesta inmediatamente. Pero, a pesar de la tensión de los encuentros y de todo lo que había en juego en esta última jornada, la regla esencial del respeto a la decisión arbitral ha sido generalmente seguida.

En las declaraciones posteriores ni las bocas más calientes han culpabilizado al arbitraje o a la lluvia de las derrotas. Por el contrario, los eliminados de la siguiente fase se han dedicado preferentemente a buscar lo positivo en sus prestaciones colectivas y en apostar por sus ligas para volver a intentarlo la temporada futura. Incluso aquellos que han recibido palizas históricas en su recorrido europeo las han valorado como escalones necesarios para subir de nivel en su juego.

A veces tengo la sensación de que nos estamos pasando en el rugby, que hacemos estas cosas por fastidiar a los del balón redondo, porque para ellos resulta inconcebible que tíos tan duros como Dallaglio, Shaw, Learny, Rees, Goode, White… se hayan sentado sus diez minutos de sanción y luego se porten como angelitos ante el público y los medios.

Y lo del público tampoco nos llama la atención en Ovalia, salvo la escasa asistencia escocesa en jornadas precedentes y algunos otros huecos clamorosos en las gradas esta decisiva jornada –los precios excesivos son más responsables de ello que la inevitable climatología invernal-. Pero el silencio ejemplar de los seguidores del Munster cuando el pateador contrario se concentraba debía ser retransmitido hasta el agotamiento en todas las canchas deportivas. Y este respeto, análogo en todos los campos, absolutamente compatible con un carnaval de atuendos, pelucas, gorros, maquillajes, cánticos… alegría del rugby más que alegría de la cerveza.

20 de enero de 2008

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