En el pais de los vascos, para el día de la virgen marinera del Carmen y no estás. La calzada empedrada de tu espalda la caminan otros dedos. Las colillas de tus pechos las apuran otros labios... Yo me apoyo en el atractivo vacío, mientras las gaviotas silenciosas planean en el viento. Punta Monpás tiene un mostacho blanco, No hay cuerpos desnudos en la arena -alguna vez en un espejismo me pareció verte pero nunca eras tú en los catalejos-, sólo negros adolescentes en sus tablas como animales marinos otean en espera de la mejor ola que tampoco llega nunca. Y ahora, el sonido de la resaca apenas tapa la música que pongo repetidamente -estos franceses de toda mi vida que ponen sus palabras como siquiatras alcohólicos a mi servicio-. Un velero entre las rompientes se escora con peligro. Cojo los catalejos una vez más: se llama "Zigor". Las gaviotas ya no están mudas, quizá se rían de mí, porque parece que te llamen…
16 de julio de 2000
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