A veces personas, restos de naufragios sentimentales previos, arrojados a la playa de las coincidencias, se reúnen y se dan una nueva oportunidad en pareja, más parejas de deshecho que de hecho pero vuelven a navegar por la vida. La relación de algunos entrenadores con su equipo siempre me ha recordado a esta relación de parejas de deshecho, la voluntad de no volver a naufragar sustituye a la pasión casi siempre.
En
El entrenador siempre debe desbordar de entusiasmo, de convencimiento de su filosofía del juego y los jugadores tienen que tener un respeto no forzado hacia él, plena confianza y estar motivados a jugar porque él es “el entrenador”.
Esperemos que las pasiones ordiziarra y donostiarra sean el combustible que permita a ambos entrenadores y equipos culminar juntos la temporada y encarar un futuro mejor, después de turbulencias varias, como en las comedias románticas.
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