El rugby profesional es muy físico, la imagen del jugador de rugby que se proyecta en los medios puede que inevitablemente contradiga la idea de extender el rugby como herramienta educativa y, sin embargo, no podemos dejar de defender el principio de que en el rugby hay sitio para todos y no sólo para los más brutos de la clase.
Nos llegan noticias de que las autoridades educativas argentinas también se han abierto a colocar el rugby en un lugar preferente en la enseñanza por todos los valores de compañerismo, respeto al contrario y al árbitro que su práctica comporta. Pero estos chavales y chavalas, como los de otros paises en los que el rugby escolar es una realidad, van a intentar parecerse a los profesionales por el lógico mimetismo de la juventud. Los educadores van a tener que hacer un gran esfuerzo para combinar lo bueno que nos viene de esa popularización con lo bueno de la tradición de este juego.
Es indudable que la potencia física es esencial en quien hace de este deporte su medio de vida pero la potencia requiere técnica individual, cabeza, emociones, sentimientos... para completar al jugador. Y quien lo juega por diversión o afición sólo va a requerir de una buena forma física para alcanzar la satisfacción que el rugby comporta.
Y para demostrar que no somos los más brutos de la clase, también a nivel local tenemos que aprovechar la repercusión del Mundial, de la presencia de un icono local en la liga inglesa, de las visitas del Aviron y del Olympique... para hacer crecer el rugby entre nosotros.
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